LA OPORTUNIDAD DE CONOCER UNA REGIÓN POCO EXPLORADA Y DIFERENTE

09.07.2008 20:15

Los salahondeños somos buenas personas, humildes, rumberos, nos gusta el pescado y nos encanta que la gente de afuera nos visite. Así describe Dagoberto Ojeda a los 3 mil habitantes que viven en Salahonda (Nariño); él es el motorista de la lancha La Cariñosa y uno de los concejales del pueblo.

Los tambores, la salsa, el reguetón, la humedad, la sonrisa, el baile, la alegría, el océano Pacífico y el verde de sus árboles describen a Salahonda.
Estar en este municipio se convierte en la gran oportunidad de conocer una cultura a través de la aventura, de sentir un clima húmedo que puede llegar a los 38 grados centígrados, de contagiarse de la alegría de los centenares de niños y niñas que hay en este lugar.
Es un pueblo donde los pequeños son sus grandes protagonistas y a través de ellos se puede aprender a caminar y a bailar con los pies descalzos. Además, sus movimientos en danzas como el currulao, la piangua y el talabosque transmiten las labores de sus papás, cuando trabajan a diario la madera o pescan en estas bellas aguas.
Visitar Salahonda es dejar a un lado las grandes comodidades para disfrutar de la sencillez del campo que se percibe en cualquiera de los tres hoteles que hay en el pueblo, en los que solo se debe pagar 10 mil pesos por noche.
En ellos y en los cuatro restaurantes del municipio se pueden probar las delicias del lugar: cangrejo, camarón, langosta, piangua y pargo fresquito.
Aquí escuchar el sonido del mar y el canto de los pájaros hace olvidar que la luz se va a diario por 12 horas. La falta del servicio sorprende, como también sorprende el tamaño de las tortugas caguama que miden dos metros de largo y pueden observarse durante el recorrido por alguna de las cinco playas vírgenes.
En Cascajal, por ejemplo, también se pueden ver cascadas de agua dulce de cinco metros de altura que se funden con el agua salada del mar. Disfrutar de esta playa es, como dice Juan Ledesma, una oportunidad de hacer ecoturismo, de conocer una región que no ha sido explotada, además de darles a los habitantes la oportunidad de transmitir su cultura”.
Este es un viaje diferente, en el que se aprende con su gente que la vida es sencilla y que sus casas son palacios suspendidos en el aire para que no los alcance la marea.
' ‘ Las mujeres se embarazan muy jóvenes, el marido jamás se protege y hay muchas infecciones vaginales.
Alfredo Devia, médico de la brigada Alas para la gente

 

Publicación eltiempo.com
Sección Nación
Fecha de publicación 9 de junio de 2008
Autor
SANDRA PRECIADO ENVIADA ESPECIAL

 

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